Sentado al borde del camino
Observando el tiempo pasar
Sin atreverse siquiera a pensar
Que en el ruedo puedas acabar
Las vidas que pasan a tus pies
llenas de heridas purulentas
carcomidas por los gusanos del odio
y hediondas de aroma a traición,
te miran con ojos sin fondo
extendiendo sus manos
buscando en ti, aquello que,
por fin cicatrice las heridas
Para así poder descansar